LA INFANCIA DE CÉSAR VALLEJO

(Al conmemorar los 124 años de su nacimiento en Santiago de Chuco)

Dr. Javier Delgado Benites (*)

(A mis hijos Francisco y Aurora, a todos los niños de la Provincia de Santiago de Chuco y del Perú).

César Vallejo nació en Santiago de Chuco, el 16 de marzo de 1892, fue el último de doce hermanos y por ser el “shulca” era más consentido por sus padres María de los Santos Mendoza Gurreonero y Francisco de Paula Vallejo Benites. El niño fue nombrado mediante el sacramento de bautismo, con el nombre de César Abraham, era el hijo más querido por el padre que en algunas ocasiones declaraba: “Este niño llegará muy lejos” y “es más parecido a mí”.

El escritor Francisco Izquierdo Ríos, en la primera visita que realiza a Santiago de Chuco, conversa con dos de las hermanas del poeta y manifiestan:
“… -Mi hermanito César era muy inteligente desde niño. Todos decían que se parecía mucho a mi padre – evoca doña Aguedita.
Doña María Jesús, con hablar calmo, me dice: “Nuestro padre se alegró mucho cuando nació Cesítar y exclamó, acariciándole la cabeza: - Este mi hijo irá lejos-, como si presintiera su destino”. (1)

Cuando el niño tenía la edad de cuatro años sabía decir con frecuencia que se llamaba Pancho Vallejo, tomándose el nombre de su padre como de él. Tenía la manía de garabatear las paredes con círculos y líneas, así como los papeles que caían a su mano, diciendo que estaba escribiendo a la mamita que tenía hambre, ayudaba a su madre en los quehaceres de la casa como amasar el pan, como es costumbre en Santiago de Chuco con todas las familias, para el gasto diario, también ayudaba en las diversas actividades caseras de acuerdo a sus posibilidades físicas.

El niño César Abraham, desde los primeros años de edad, le gustaba mucho escribir sin haber ido a la escuela elemental. El escritor Samuel R. Mendoza, en un artículo en el diario la Industria de Trujillo dice:
“... a la edad de cuatro años, cuando aún sus padres no lo habían enviado al “Cabildo”, que por aquel entonces era el primer y mejor plantel de enseñanza en Santiago de Chuco, César Abraham garabateaba porfiadamente, valiéndose de algún material apropiado, en las puertas, en el piso o en donde encontrara una superficie aparente. Pronto su padre le vio formar palabras:
— ¡Pero no manches el piso, niño!
— Estoy escribiendo á mamá que tengo hambre.
No vivía todavía César Abraham, completo, su cuarto año de edad, y, sin el auxilio de ningún maestro, escribía cantidades elementales.
— ¿Qué estás haciendo Cesítar?, le preguntaba su padre.
— Escribo diez veces que me llamo Francisco”. (2)

Vallejo desde niño expresaba que iba ser obispo, “voy a llevar una mitra en la cabeza” y se tocaba con las manos la cabeza, eso lo decía ya que escuchaba a sus padres y hermanos, su hogar era católico, descendientes de curas españoles católicos y creyentes en el Apóstol Santiago “El Mayor” patrón tutelar de la ciudad de Santiago de Chuco. El mismo escritor Mendoza en la monografía a Santiago de Chuco, se refiere de la siguiente manera:
“Desde sus años infantiles revela notable inteligencia, causando inquietud y admiración el hecho que sin estar aún en la escuela, cuando contaba con 4 ó 5 años de edad, repetía con fidelidad las lecciones que oía estudiar a sus hermanos mayores. Sabía contar. Le preguntaba a su padre: ¿Cómo te llamas papá? Cuando le contestaba que Francisco Vallejo, el niño agregaba: - Tu nombre tiene 9 letras y tú apellido 6. – Su padre sorprendido reponía: ¿Cómo lo sabes hijito? La respuesta tenía candor de ingenuidad infantil: Porque 8 y 1 son 9.

Así mismo de su niñez se notaba su agilidad mental. Pasaba gran parte del día dibujando circulitos en el suelo, en un papel o en cualquier otra superficie. Sus Padres le decían Cesítar, estas malogrando el piso. El niño respondía con mucho aplomo: Yo no malogro nada, es que estoy escribiendo 10 veces V.C.V. (Iniciales del nombre de su hermano Víctor Clemente Vallejo). Otra de sus particularidades eran sostenerse la frente diciendo: aquí me van a colocar la mitra porque voy a ser obispo. Era además muy dinámico; ejecutaba todos los juegos de la época demostrando predilección por el rayuelo”. (3)

Para asentir lo manifestado anteriormente, su sobrino Oswaldo Vásquez Vallejo, ostenta lo siguiente:
“… leía y escribía correctamente sin haber asistido al escuela en ningún momento. El distinguí muy bien los escritos que lo entregaba su padre señor Francisco de Paula Vallejo Benites; en otros momentos el papá le preguntaba: “¿Cómo te llamas, niño?”. Él contestaba, “yo me llamo Pancho Vallejo ocho veces, más una, nueve”. Para dar esa respuesta siempre se colocaba la mano derecha en la frente y la mano izquierda atravesada en la cintura; contestaba corriendo por los corredores de su casa puesto la bufanda de su papá, la misma que la arrastraba. Esa actitud era el gozo de sus padres y de más familia; el cariño hacia él crecía por ser diferente a sus hermanos; por eso el señor Vallejo decía: “Ninguno de mis anteriores hijos han hecho las hazañas de mi hijo “Shulca””. (4)
El niño Vallejo, ostentaba gran capacidad de retención que al escuchar cuentos, relatos de sus familiares, lecciones de estudio de sus hermanos y amigos; captaba rápidamente y era difícil de olvidar, su aprendizaje era duradero, lo que diferenciaba del resto de sus hermanos mayores.

“… buscaba a sus hermanitas Aguedita, Nativa, María Encarnación y a su hermano Miguel; con ellos iniciaba juegos, por los corredores de las dos casas hasta cansarse. En los intervalos, sus hermanos mayores en unión de sus amiguitos estudiaban sus clases, pero al tercer día nuevamente se reunían para continuar sus “repasos”; como muchos de ellos se olvidaban, el niño Abrahamcito les ayudaba, repitiendo todo lo que habían leído días antes; como era natural, sus hermanos y amiguitos se quedaban sorprendidos que, en medio de sus juegos, les daba referencias completas de sus clases escolares que habían estudiado antes. (5)

El escritor francés André Coyné hace una apreciación de César Vallejo por ser el último de sus hermanos expresando:
“Su condición de hijo último, a mi entender genera, una doble circunstancia: a) ser el más engreído de toda la familia, como ocurre en los hogares con muchos hijos y b) resignarse a ser el único obligado a obedecer, pues no tiene derecho a mandar como los mayores” (6)

El niño César Vallejo vivió una infancia feliz a lado de sus padres y hermanos, quienes lo quisieron y lo dieron amor, cariño durante sus primeros años, que fueron fortaleza necesaria para formar su personalidad y cuando asistió a realizar sus estudios primarios en la escuela elemental del pueblo, donde destacó en todos los años como buen estudiante y con cualidades innatas que fue fortaleciendo su concepción poética, que al futuro brilló como uno de los baluartes de poesía universal.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1. IZQUIERDO R., Francisco. (1989). César Vallejo y su tierra. Trujillo. Editorial Libertad. EIRL.
2. MENDOZA, Samuel R. (1938). César Vallejo en “el mar de sombra i del callado imperio” Artículo del diario La Industria, página 4 de la edición número 13,873, martes 26 de abril.
3. MENDOZA, Samuel R. (1950). La Monografía de la Provincia de Santiago de Chuco. Lima. Editorial del CIMP.
4. VÁSQUEZ, Oswaldo. (1992). César Abraham Vallejo, ascendencia y nacimiento. Universidad Nacional de Trujillo. Vice Rectorado Académico.
5. Ibem.
6. COYNE, André. (1989). César Vallejo. Trujillo. Editorial Libertad. EIRL.

(*) Doctor en Educación, docente universitario, investigador del Instituto de Investigación en Ciencias y Humanidades, directivo del Movimiento Capulí, Vallejo y su Tierra.

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