CÉSAR VALLEJO EN SANTIAGO DE CHUCO PASABA LA NAVIDAD EN COTAY. EL NIÑO JESÚS QUE VENERÓ SIGUE REINANTE
Dr. Javier Delgado Benites (*)
El
señor Apolinar Benites (mi tatarabuelo), quien vivía en Cotay, un rinconcito bucólico
a media hora del pueblo (Santiago de Chuco), era primo con Francisco de Paula
Vallejo Benites, padre de César Vallejo, todos los años celebraba en su casa de
Cotay la fiesta de la Nochebuena, siendo el mayordomo.
En
diciembre a partir del quince las muñidoras eran las personas encargadas de
realizar el nacimiento, con shayapes, achupallas, paja, chunguitos y otros
materiales del lugar, lo hacían en uno dos o más días, dejándolo listo para el
día 20 de diciembre, que se daba inicio a la primera velación, continuando los
siguientes días hasta el 23 que era la última velación, cada día estaba a cargo
de los veladores, designados el año anterior, eran personas encargadas de hacer
la velación en la casa del mayordomo, ellos llevan la música, las tajadas para
atender a los invitados y concurrentes, dándole el fragante chocolate o café
con sus tajadas, luego iniciaba el baile hasta el amanecer, así era todos los
días hasta el día 23 de diciembre. El día 24 de diciembre estaba a cargo del mayordomo
el señor Apolinar quien invitaba a sus familiares, amigos del pueblo y en
especial a su primo Francisco Vallejo, quién concurría con su esposa y todos
sus hijos, dentro de ellos el niño shulca César Vallejo.
El
niñito Jesús era de mármol, muy bonito que se encontraba postrado en su catrecito
de fierro, que hacía gala de colchocito de esponja y frezadas bordadas,
herencia de su familia venida del país ibérico (España), siendo bien venerado
por los lugareños y la gente de los caseríos aledaños, incluso del pueblo iban
a celebrar a Cotay la Navidad.
La
fiesta de Nochebuena en Cotay era muy reconocida, el mayordomo hacia alarde de
su solvencia económica y celebraba por todo lo grande, preparaba con quince
días de anticipación la chicha y aloja, una semana de antelación el pan con sus
diversas variedades.
El
mayordomo Apolinar Benites tenía las personas indicadas para ser el pastorero y
el recibidor de pastoras, que se habían anotado el año anterior. El pastorero
era la persona que sacaba las pastoras por su cuenta, quien corría todos los
gastos para que se los atienda. El recibidor de pastoras era la persona que
recibía a las pastoras, quién los atendía; el recibimiento de las pastoras
iniciaba a las seis de la tarde, lo daban su aloja y ponía la meza blanca, con
bizcochos, pan de yema, roscas y chancho al horno, etc., luego iniciaba el
baile hasta las diez de la noche, donde las pastoras se cambian sus trajes elegantes
para la ocasión y se ponían su sombrero de nieve (algodón), en forma ordenada guiadas
por una capitana, quien con su melodiosa voz, daba entonación de hermosas coplas, acompañados de un viejo y
una vieja quienes los cuidaban y de rato en rato hacían sus bromas para que la
gente se ría, al son de dos músicos, uno que tocaba el tamborcito hecho de piel
de venado o guanaco que lo daba un sonido típico y otro la travesera de carrizo
o guarauya que daba las notas filarmónicas. A las doce de la noche, las
pastoras iniciaban adorar al niño, con sus ofrendas, guachos en su mayoría,
gallos, perdices, manzanas, así mismo pajita para el pesebre.
Las
coplas que cantaban las pastoras:
Hermanas pastoras
pasen a formar
sus versos del niño
lo
vamos a cantar.
El
25 de diciembre
fecha
de tu nacimiento
lo
celebramos señores
todos
bien alegres.
Con sus
permiso señores
para
pasar para adentro
a
saludar a María
y al
niño en su nacimiento.
Yo como pastora
traigo mi cordero
ha representar
a Dios verdadero.
Niño Manuelito
yo te traigo dar
este gallito
que te ha de cantar.
Niño Manuelito
yo te traigo a dar
desde mi pobre lugar
este blanco manjar.
La
una de la mañana terminaba de adorar las pastoras, porque participan dos bandas
de pastoras, esa hora toman su café con sus tajadas e iniciaba el baile hasta
el amanecer al son de la banda de carrizos. A las seis de la mañana estaba
listo el caldo de cabeza para atender bien a todas las pastoras y los invitados.
Las pastoras cantan sus versos a la mayordomía, se despiden y se iban hasta la
levantada.
Niño Manuelito
echarnos tu bendición
en copa de mi sombrero
hasta el año venidero.
Mayordomo del alma mía
corazón de mejorana
usted se queda en su
casa
yo me voy esta mañana.
La
familia Vallejo Mendoza dentro de ellas el niño César Vallejo y sus hermanos
gozaban la fiesta de la Navidad en la casa de su tío Apolinar Benites en Cotay,
donde estaban presentes en las ceremonia y jugaban con sus primos Héctor, Mercedes,
Margarita y Aurelio Benites Méndez que fue el shulca.
El
mayordomo después del 25 de diciembre citaba a su casa para el almuerzo para
darle la atención respectiva, a las muñidoras, los veladores, el pastorero y el
recibidor de pastoras, así mismo, sus invitados especiales en este caso la
familia Vallejo Mendoza, donde se les atendía con tamales, cuyes, caldo de
carne y al final se les hacia entrega de una lapilla con panes.
Luego
de la atención esmerada por parte de Apolinar y sus esposa la familia Vallejo
Mendoza regresaban al pueblo muy contentos con sus bizcochos chancay,
bizcochuelos, rosquitas, pan de yema, chancho al horno y sus cántaros de chicha
y aloja, esperando regresar para la levantada que era el dos de febrero, que
también fue una buena fiesta.
Esta
narración ha sido relatada por mi madre, que lo contaba su abuelo Héctor
Benites Méndez, quién vino a ser mi bisabuelo.
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Actualmente
el niño Jesús que el niño César Vallejo en su permanencia en su lar natal veneró
en Navidad en Cotay, sigue vigente la celebración de la fiesta de Nochebuena.
Al fallecer Apolinar Benites, su hijo mayor Héctor Benites Méndez, siguió celebrando
la tradición arraigada de su padre, respetando las mismas costumbres, las
fechas sin alterar nada, lo celebró por muchos años hasta la década de los 70,
mientras vivió en Cotay, sus hijos los hermanos Benites Cribilleros, quienes
llegaron a ser destacados profesionales, decidieron llevarlo a vivir a sus
padres a Trujillo, quedando como heredero de dicha tradición su hermano Aurelio
Benites Méndez, quien vivía en Querquerball, quién trasladó el niño Jesús y dispuso
celebrar la Nochebuena en dicho lugar, sin alterar las tradición y la costumbre
de su padre y de su hermano mayor. Aurelio celebró la Nochebuena por muchos
años durante su existencia, siendo una fiesta mentada por la colectividad de
Santiago de Chuco. Al fallecer Aurelio, su hijo Julio Benites Jara es quien
celebra actualmente en Querquerball la Nochebuena siguiendo la tradición y la costumbre
de su padre y de sus ancestros.
Actualmente
él niño Jesús con más de un siglo sigue vigente, siendo el niño Jesús que el
poeta César Vallejo en su niñez y adolescencia visitaba con sus padres a Cotay
para celebrar la Navidad en familia.
(Foto:
El niño Jesús de Isidro Benites y Dibujo del autor)
(*) Doctor
en educación, ingeniero químico, abogado, licenciado en educación, investigador del
Instituto de Investigación en Ciencias y Humanidades, directivo del Movimiento
Capulí, Vallejo y su Tierra, docente universitario.
Textos
que pueden ser reproducidos
citando
autor y fuente
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DE INVESTIGACIÓN EN CIENCIAS Y HUMANIDADES
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Lima – Chimbote – Trujillo
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