EL CASCO DEL CABALLO DEL APÓSTOL SANTIAGO EN LA TIERRA DE POETAS
Dr. Javier Delgado Benites (*)
A las faldas del cerro Huacapongo, se impone un camino ceñido y pedregoso, que fue utilizado por los pobladores antiguamente, era la única vía de comunicación del pueblo con diversos lugares como Cunguay, Querquerball, Namogall, La Cuchilla, Cotay, Pichinchuco, Cochabuc, Calipuy y otros.
En dicho camino, cerca de la cueva del Huacapongo, hay una laja de color crema pálida, donde se puede apreciar la huella del casco del esbelto caballo blanco que montaba elegantemente vestido el Apóstol Santiago “El Mayor”, que devoraba distancias, generaba indiscutible algarabía y felicidad en su largo recorrido, viene hacer un vestigio imperecedero que según la leyenda que contaban los bisabuelos por ese lugar paso el Santo Patrón con destino a la fundación del pueblo que lleva su nombre.
El camino desde entonces permanece abierto a la peregrinación anual, las pencas, tunas y eucaliptos sustentados por la tierra fértil y el viento, con su impertérrita presencia parecen querer hablar algo al respecto. Ese paisaje natural de la campiña conformado por los trigales, maizales y otros cultivos del lugar, acondicionados dulcemente por el cantar de las aves, sirvió de escenario para el transito relampagueante del Apóstol Santiago.
El lugar donde está
impregnado el casco del Apóstol Santiago
es siempre visitado por los pobladores, como símbolo de fe y devoción al Santo
Patrón del pueblo, especialmente en el mes de julio, cuando es traído el día 23
de julio de Cunguay en la tarde, el peregrinaje de la fiesta se inicie en
Huacapongo, donde se quiere patentizar el exacto itinerario que cumplió el
Apóstol Santiago, al son de las mojigangas como los pallos, quiyayas, turcos, negritos,
vacas locas, loros, huaquillos, osos, quishpi cóndor, cuzqueñas, jardineras,
canasteros, se deslizaran alegres para la bajada que se realiza en la iglesia
matriz, revientan seguidamente los cohetes y golpes de bombardas hacen retumbar
las entrañas de los cerros que rodean el pueblo, dando inicio a los días
centrales de fiesta y algarabía.
La fiesta patronal son días atestados de devoción entregada entre
salmos y plegarias. La fe reinante se manifiesta con multitudinarias
procesiones y cálidas celebraciones eucarísticas. Después la religiosidad se
mezcla con la tradición popular mediante danzas llenas de tonalidad y regocijo,
desfiles típicos y verbenas.
(Pintura de Boris Yupanqui Salazar y fotos
del Autor)
(*) Doctor en educación, ingeniero químico,
abogado, licenciado en educación, investigador del Instituto de Investigación
en Ciencias y Humanidades, directivo del Movimiento Capulí, Vallejo y su
Tierra, docente universitario.
Textos que pueden ser reproducidos
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