UN BREVE HOMENAJE A CENIN

Dr. Javier Delgado Benites

Cenin fue amigo de barrio, nos conocíamos desde cuando éramos niños estudiábamos en la escuelita La Parva de la Virgen, en el colegio César Vallejo. Estudió el Instituto Pedagógico de Santiago de Chuco, recibiéndose de profesor en Lengua y Literatura. La última vez que nos vimos fue el día 23 de julio, día del Alba de la fiesta del pueblo, nos saludamos y conversamos brevemente, quedándonos encontrar en la noche para compartir unas pirigallas, algo que no se concretó.

Cenin estaba siempre relacionado con la cultura, tocaba música folklórica latinoamericana, así mismo escribía poesía, según me manifestó en una oportunidad que tenía algunos poemas inéditos, fue admirador de César Vallejo como todo santiagochuquino. Publicó dos poemas en el libro titulado Canto a Vallejo, que editó la Institución Educativa Manuel Encarnación Saavedra, donde laboraba como profesor de comunicación. Aquí uno de ellos:

VALLEJO ETERNO

Viejas campanas
de sempiterno eco
retumben sentenciosas
al compás de sus pasos lejanos.
Tu partida, tu quebranto
tus pretensiones de amor,
retornan hoy por esos níveos caminos
donde tus infinitos recuerdos
son huellas de eterno amanecer.
En la profundidad de tus versos
germina la alegría, la esperanza
renace el hombre, la vida
sus sueños, la paz divina.
Como horizontes de vagos colores
pintas de inquietud el alma,
plasmas en la penumbra al hombre,
calmas su sed de justicia,
iluminas su ser, cual distinto Amanecer.

Quiero recordar a mi amigo Cenin, con una anécdota que sucedió en uno de los encuentros de Capulí Vallejo y su Tierra, donde dicho evento cultural contó con la presencia de uno de los primeros estudiosos vallejistas, me estoy refiriendo al francés André Coyné. Cenin estaba con sus copas de más, se dirigió a saludar al francés y resulta llevándolo al stand de venta de libros donde me encontraba y me manifiesta:
- Negroka dame un libro tuyo, quiero que ponga su firma uno de los estudiosos de Vallejo a quién admiro.
Hice caso la petición de Cenin, lo alcance uno de mis libros, donde le dijo al francés:
- Firme acá –señalaba la primera hoja en blanco del libro –es el libro de mi amigo Negroka que también escribe sobre Vallejo.

Coyné escribió su nombre con dificultad y firmó. Cenin le agradeció al francés, lo abrazó y cogió el libro contento y se marchó manifestándome:
- Mañana Negroka te pago de tu libro, me haces acordar.

Al siguiente día se acercó al stand de libros donde me encontraba para pagarme y manifestar su alegría que tenia la firma de Coyné el francés estudioso de Vallejo.

Con este relato quiero rendir un homenaje a mi amigo Cenin, esperando que se aclarezca lo sucedido con su partida temprana, para que los culpables le caiga todo el peso de la ley.

¡Cenin Presente…!

 

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