EL NIÑO CÉSAR VALLEJO PASABA LA NAVIDAD EN COTAY
Dr. Javier Delgado Benites (*)
jaxydel@hotmail.com
El señor Apolinar Benites, quien vivía en Cotay, un rinconcito a media hora del pueblo (Santiago de Chuco), era primo con Francisco de Paula Vallejo Benites, padre de César Vallejo, todos los años celebraba en su casa de Cotay la fiesta de la Nochebuena, era el mayordomo.
Su nacimiento lo construían devotos encargados, el niñito Jesús era de mármol que se encontraba postrado en su catrecito, herencia de su familia venida del país ibérico (España), el niño era bien venerado por los lugareños y la gente de los caseríos aledaños, incluso del pueblo iban a celebrar a Cotay la Navidad. El mayordomo invitaba a sus familiares, amigos y en especial a su primo Pancho Vallejo, quién concurría con su esposa y todos sus hijos, dentro de ellos el niño shulca César Vallejo.
Apolinar hacia alarde de su solvencia económica y celebraba por todo lo grande, preparaba con quince días de anticipación la chicha y aloja, una semana de antelación el pan.
Tenía las personas indicadas para ser Pastorero y el Recibidor de pastoras, que se habían anotado el año anterior. El Pastorero era la persona que sacaba las pastoras por su cuenta, quien corría todos los gastos para que se los atienda.
El Recibidor de pastoras era la persona que recibía a las pastora, quién lo atendía; la atención de las pastoras iniciaba a las seis de la tarde, lo daban su aloja y ponía la meza blanca, con bizcochos, pan de yema, roscas y chancho al horno, etc., luego iniciaba el baile hasta las diez de la noche, donde las pastoras se cambian sus trajes para la ocasión y se ponían su sombrero de nieve (algodón), en forma ordenada comenzaban a cantar hermosas coplas acompañados de un viejo y una vieja quienes los cuidaban y de rato en rato hacían sus chistes, al son de dos músicos que tocaban el tamborcito y la travesera. A las doce de la noche las pastoras iniciaban adorar al niño, con sus ofrendas, corderos, gallos, perdices, manzanas, así mismo pajita para el pesebre.
Las pastoras cantaban hermosas coplas:
Hermanas pastoras
pasen a formar
sus versos del niño
lo vamos a cantar.
El 25 de diciembre
fecha de tu nacimiento
lo celebramos señores
todos bien alegres.
Con sus permiso señores
para pasar para adentro
a saludar a María
y al niño en su nacimiento.
Yo como pastora
traigo mi cordero
ha representar
a Dios verdadero.
Niño Manuelito
yo te traigo dar
este gallito
que te ha de cantar.
Niño Manuelito
yo te traigo a dar
desde mi pobre lugar
este blanco manjar.
La una de la mañana terminaban de adorar las pastoras, esa hora toman su café con sus tajadas e iniciaba el baile hasta el amanecer al son de la banda de carrizos. A las seis de la mañana estaba listo el caldo de cabeza para atender bien a todas las pastoras y los invitados. Las pastoras cantan sus versos a la mayordomía, se despiden y se iban hasta la levantada.
Niño Manuelito
echarnos tu bendición
en copa de mi sombrero
hasta el año venidero.
Mayordomo del alma mía
corazón de mejorana
usted se queda en su casa
yo me voy esta mañana.
La familia Vallejo Mendoza dentro de ellas el niño César Vallejo y sus hermanos gozaban la fiesta de la Navidad en la casa de su tío en Cotay, donde estaban presentes en las ceremonia y jugaban con sus primos Héctor, Mercedes, Margarita y Aurelio Benites Méndez. Regresaban al pueblo después de dos días contentos con sus bizcochos chancay, bizcochuelos, rosquitas, pan de yema, chancho al horno y sus cántaros de chicha y aloja, esperando regresar para la levantada que era el dos de febrero.
Esta narración ha sido relatada por mi madre, que lo contaba su abuelo Héctor Benites Méndez, quién vino a ser mi bisabuelo.
(*) Doctor en educación, docente universitario, investigador del Instituto de Investigación en Ciencias y Humanidades, directivo de Capulí, Vallejo y su Tierra.
Textos que pueden ser reproducidos
citando autor y fuente
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