DINA BIEN AMADA
(A Dina Amada Sánchez Baca
mi maestra de primaria y
secundaria)
La
cabellera de su pelo creció
en
las cuestas de Santiago
hizo
sus trenzas nostálgicas
adornadas
con hilos multicolores
protegida
por la aurora solemne
y
la soledad presente cada tiempo
sus
pasos cruzaban las calles angostas
zigzagueaban
los días de trabajo
sonriendo
con el rebozo del alma.
El
rostro enrojecido de la altura
expresa
su innata y natural belleza
acicala
el sendero de las épocas
el
eco discierne en las entrañas
de
los cerros que lo aguaitan
como
declama las letrillas
con
voz enérgica refinada
hace
oír eufonías a los rastrojos
“Pan
para el niño, que tiene hambre”.
Los
caminos lejanos sin fin
son
difícil de olvidar los trayectos
los
sonidos sinfónicos oriundos
son
hermosas melodías de serenata
con
bandolina, concertina y guitarra
cantan
sin cesar los días sosegados
es
devoción y fe estar en Santiago
donde
brindó a las almas de los niños
sabiduría
que perenniza sus ideas.
Quisiera
retribuir con razón
de
estos escalones iniciales
el
aura de mi sentido prendió
para
abrir los ojos al infinito
y
mirar que todas las palabras
caminan
una tras otra en el aire
era
necesario coger en el suspiro
para
que deleiten alegorías
y
hacer cantar lo que uno siente
en
la verdad lejana de la vida.
JAVIER DELGADO BENITES
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