LEVANTADA DEL NIÑO MANUELITO EN SANTIAGO DE CHUCO

(Niño fui padrino de levantada en la zona rural)

Dr. Javier Delgado Benites (*)

Quiero compartir este relato, cuando en mi niñez fui padrino de levantada del niño Manuelito, eso sucedió hace más de 40 años, una experiencia inolvidable.

 

El señor Teófilo Arroyo, era un campesino amigo de mi padre, que celebraba todos los años la fiesta del niño Manuelito en Huarán – Uningambal. Lo invitó a mi padre para la Nochebuena, ese mismo día le pidió para que sea padrino de la levantada del niño Manuelito, que se celebraba el día 8 de enero.

-      Señor Panchito quiero que sea padrino de la levantada del niño.

Mi padre le contestó:

-      Apúntele a mi hijo el negrito chiquito, para que sea padrino.

Por esa época tenía ocho años de edad, había salido de vacaciones de la escuela. Mi padre el día anterior me comunicó que teníamos que ir para cumplir dicho compromiso con el señor Arroyo. Yo nunca había asistido ni había visto una levantada, no tenía ni idea de que se trataba. El día de la levantada teníamos que ir de madrugada. Mi madre se levantó a las cuatro de madrugada a preparar el desayuno de café de habas, con su pan y  huevos pasados, así mismo, alistó el fiambre que consistía en pan, bizcocho chancay. Partimos de la casa con mi padre, él cabalgando en el caballo, yo en el burro y otro burro llevaba cargado sus zapatos para que venda, nos fuimos con destino para cumplir mi compromiso de padrino.

Mi padre aprovechaba el trayecto para ir realizando su negocio habitual de vender sus zapatos a los campesinos que lo solicitaban, el negocio consistía en el trueque, la venta de zapatos a cambio de productos o animales que tenía el campesino. Llegamos a la casa del señor Arroyo a mediodía antes de la hora indicada para que inicie la levantada, fuimos muy bien recibidos, nos hizo una atención esmerada en la hora de almuerzo. Mi padre me hizo entrar a la sala para ver el nacimiento, mi curiosidad era enorme, el nacimiento se encontraba instalado en la parte central de la sala, estaba hecho de shayapes, el establo con techo de paja en donde se encontraba el niño Manuelito se hallaba en un catre pequeño de madera de sabanitas blancas, vestido de un camisón de color blanco con flecos dorados, se encontraba la Virgen María, San José, acompañados del burro, el buey, los pastores, los tres reyes magos y los ángeles, dichas imágenes de yeso bien elaboradas, así mismo, estaba rodeado de animalitos de yeso o arcilla como vacas, guachos, burros, gallos, toros, terneros y otros objetos.

La levantada iniciaba a las tres de la tarde, comenzaron a llegar los invitados a la fiesta pintoresca y costumbrista de la zona rural. El temor mío el de asumir esa responsabilidad de ser padrino de levantada, mi padre me dio un billete de cien soles, era el dinero para la limosna que se hace por parte del padrino, que coloqué en un azafate de metal y mi padre entregó dos botellas de licor. Me senté en la silla de paja que colocaban para el padrino, al costado del nacimiento, no me sentía a gusto estaba muy nervioso por tal responsabilidad, mi padre de una distancia me miraba y toda la gente hacia lo mismo, verme de padrino tan pequeño, yo realmente me sentía incómodo, al fin tenía que seguir adelante viendo que la gente iba depositando dinero en sus ofrendas y había una persona llamada prioste que iba anotando el nombre y la cantidad de dinero que depositaban, al fin todos los invitados desde mayores hasta niños dieron su ofrenda al niño. Comenzó el rosario por parte de un rezador y terminado este acto religioso, me hicieron que coja al niño Manuelito de su establo, lo cogí con un gran cuidado y sentí una sensación peculiar en mí, porque era la primera vez que cogía a un niño en donde celebraban una fiesta, me hicieron que lo coloque en un azafate con manteles blancos para que sea guardado hasta el otro año, y así prosiguieron con sus padres, pastorcitos, y animalitos a guardarle, una vez terminado, llegó la atención a los padrinos e invitados, me hicieron pasar a un lugar apropiado y la atención era primero a los padrinos y luego a los invitados les daban de acuerdo al monto depositado.

La sorpresa mía fue que me dieron en un azafate de metal la mitad de chancho al horno, un cuy entero frito, pan, bizcocho chancay, pan de yema, roscas, bizcocho corriente y otras tajadas más. Al mirarlo no lo creía, mi padre trajo un mantel y lo guardó, yo apenas pude comer una rosca y un pedacito de chancho al horno.

Toda la gente presente disfrutaba de la atención, fue llegando la noche, el sueño me vencía, me fui a descansar en una habitación que habían acondicionado para mi padre, mientras que recién empezaba la jarana, los cohetes sonaban, el baile empezó con tocadisco, con sus discos de vinilo de 45 y 33 revoluciones, estaban preparados con una caja de pilas, fue una fiesta que duró hasta el amanecer, mientras que yo dormía cansado sin sentir el baile desplegado esa noche.

Al amanecer me desperté con mi padre  y nos llamó el señor Arroyo para tomar el caldo de cabeza, la resaca de los borrachines era eminente, tirados por alrededor de la casa estaban, otros dormían en la sala sin escuchar nada. Tomamos el caldo con mi padre y el señor Arroyo con su familia, alistamos las cosas, ensillamos el caballo y el burro cabalgamos y retornamos con destino al pueblo y a nuestro hogar cargado de los retazos de la fiesta de levantada, mi madre y mis hermanos nos estaban esperando para contarles las novedades de lo ocurrido y disfrutar de los retazos que lo habían dado al padrino.

Fue única la experiencia de mi niñez que no puedo olvidar, principalmente cuando  es navidad y la levantada en este mes de enero, me viene al recuerdo con mucho ahincó de haber sido padrino de la levantada del niño Manuelito.

 

Santiago de Chuco, diciembre del 2009


(*) Doctor en educación, ingeniero químico, abogado, licenciado en educación, investigador del Instituto de Investigación en Ciencias y Humanidades, directivo del Movimiento Capulí, Vallejo y su Tierra, docente universitario.

 

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