MIS PRIMEROS DÍAS Y MESES DE VIDA EN SANTIAGO DE CHUCO

 


Dr. Javier Delgado Benites (*)
El 16 de diciembre, siendo las once de la mañana de un día lunes del mes de diciembre, hace más de medio siglo. Nací en Santiago de Chuco, en el barrio Santa Mónica, sector La Parva de Virgen, en la calle Francisco Pizarro Nº 630 (actualmente El arte y la revolución Nº 638), donde está ubicada mi casa.
Para celebrar mi cumpleaños hoy día, cuento con la confesión de mi madre, que me da detalles desconocidos de mis primeros días de vida. Ella dice:
- Tú naciste en el dormitorio del segundo piso de la casa. Al enterarse de tu nacimiento los familiares y vecinos vinieron a visitarte. La primera en visitarte fue tu tía Margarita Geldres y su hija tu tía Panchita Castillo, te trajeron de regalo mucho cariño y sus deliciosos pancitos y pasteles para que coman tus hermanos. Todos los que te visitaban traían sus regalos como ropones, botitas, así mismo, azúcar, leche, arroz, papa, y lo dejaban en la mesa y se dirigían en donde te encontrabas durmiendo a mi lado, te destapaban para mirarte, algunos decían: Es morenito. Ha salido igualito a su padre. Y otros decían: Nada le ha sacado a usted. Usted es blanca. Parece que no fuera su hijo. Yo al escuchar, me sonría.
Continúa mi madre relatando:
- Mientras los días que estuve en cama, seguían las visitas de tu tía Victoria Esquivel quien te trajo un ropón de color blanco tejido por ella, de igual manera, tu tía Jesús Castillo, tu tía María Castillo, la esposa de tu tío Albiano, así mismo, los vecino y más familiares, la señora Rosario Castillo, la señora Amanda Agreda, la esposa del señor Oscar Rodríguez, tu tío Guillermo Geldres, tu tía Cleofé Salinas quien vino trayendo ricachas para el caldo, también se hicieron presente la familia que venía de zona rural, tu tía Sabina Aguilar quien te trajo un par de botitas tejidas de lana de vizcacha, y otros.
Muchos familiares y amistades vinieron a verme en mis primeros días, ellos encontraban en nuestro modesto hogar, afecto, compartían gratos momentos conversando con mi madre y padre, luego se despedían esperando regresar los días posteriores, donde preguntaban a mi entorno familiar cómo se encontraba mi madre y el recién nacido.
Mi madre después del parto fue atendida por su madre mi abuelita Luisa Aguilar Zavala durante quince días y cumplido dichos días, retornaba a su casa en un rinconcito idílico de Pachogón a retomar sus quehaceres de hogar. Mi abuela paterna Susana Benites Gamarra iba todos los días a verlo a su nuera para lavar su ropa y del bebito, mi tía Cleofé estaba pendiente, también iba a lavar la ropa de mi madre que en dos por tres es decir en forma rápida, lo hacía y se retiraba a cumplir sus labores de casa.
Después de estar en cama, mi madre, tenía que cumplir sus labores de ama de casa y atenderme, detallando mis primeras actitudes. Ella expresa:
- Tú en el día llorabas y cuando lactabas te quedabas dormido en mis brazos. En la mayoría de ocasiones para que duermas tenía que cantar la canción: Duérmase mi niño /duérmase mi sol /duérmase mi pedazo /de mi corazón, de inmediato te quedabas dormido, te arropaba, tan pronto te colocaba en la cunita para que duermas, te despertabas y tenía que cargarte con mi rebozo a la espalda y te quedabas bien dormido, en eso, aprovechaba para hacer los quehaceres de la casa, cocinar para atender a todos tus hermanos. En la noche no llorabas, te daba mi seno para que lactes y te quedabas dormido a mi lado. Tuve bastante leche que lo disfrutabas, en la mañana lactabas, luego a las doce y en la noche hasta que te quedabas dormido.
Lo que te puedo decir:
- Tú has sido muy diferente a todos tus hermanos porque, en primer lugar, nunca supe que estuve embazada de ti, porque jamás tuve ningún síntoma, como los tuve de todos tus hermanos, tenía miedo embarazarme porque sufría mucho. Pero lo único que me hiciste un poco sufrir, cuando eras bebito, no querías dormir en tu cuna, tú has dormido en mi espalda y en mi falda, cuando te tenia cargado en la espalda aprovechaba para hacer los quehaceres. Te envuelto con faja durante un año.
Concluye mi madre diciendo:
- Hijo, la boca lo ganó a los pies, porque a los siete meses, comenzaste a decir má... y al año dos meses, iniciaste a caminar. Aprendiste a comer con tu mano al año dos meses.
Agradezco a mi estimada madrecita que me ha dado un testimonio y detalles desconocidos de mis primeros días, meses y año de vida, en el idílico, sublime, telúrico y magnético que es mi tierra natal, Santiago de Chuco.

(*) Doctor en educación, ingeniero químico, abogado, licenciado en educación, investigador del Instituto de Investigación en Ciencias y Humanidades, directivo del Movimiento Capulí, Vallejo y su Tierra, docente universitario.
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