LAS BANDERITAS DE LA VENTA DE CHICHA Y PAN EN SANTIAGO DE CHUCO
Dr. Javier Delgado Benites (*)
Un escrito para evocar, cuando era niño y adolescente en mi lar natal, acompañaba por los caseríos a mi padre, para realizar su negocio de venta de zapatos a los campesinos, por el camino espiaba casas con las banderitas de venta de chicha y pan.
Santiago
de Chuco en antaño, el uso de las banderitas roja o blanca que flameaban en las
casas, tenían una significación, esta pequeña bandera lucia orgullosa, ondeaba
por el soplo del viento. La roja invitaba a calmar la sed, compartir angustias
y alegrar el espíritu y la blanca límpida invitaba a sosegar el hambre y
compartir con la familia y amistades. Dichas banderitas era el distintivo del
lugar en que se podía encontrar la milenaria y gratificante bebida, la chicha,
la colorada o la baya como lo llamaban, y el delicioso pan ancestral hecho a
base de harina de trigo del lugar y horneado en horno de barro, que había sido calentado
previamente por leña de eucalipto, aliso, quinual y otros.
Flameaban la bandera roja en las casas, para comunicar que si había chicha, y la blanca que si había pan; cada color era independiente, de tal manera, que ambos colores están desplegados en señal de aviso. Pero si la bandera se encontraba envuelta expresaba que se había acabado la chicha o el pan. Si no ondeaba la bandera en la casa, simbolizaba que no había chicha ni tampoco pan.
Las
personas que disfrutaban de un capri de chicha, el pan de agua y el rocoto,
forman una trilogía inseparable en los gratos momentos familiares y amigables en
Santiago de Chuco. La chicha elaborada de jora de maíz, con su respectiva
chancaca o chancona; el pan de agua elaborado a base de harina de trigo, agua y
sal, no tiene manteca de tal manera, que es un poco duro y elástico; el rocoto
entero colorido suave y picante, sacado fresco de las huertas aldeanas, con sal,
en otros casos molido a batan.
Disfrutar un vaso de chicha era un acto ritual andino, como indica algunos cronistas que “el inca después de haber ayunado, comía sal con rocoto o ají y tomaba chicha”.
Durante años, la chicha fue la bebida por excelencia. Los hubo de diferentes tipos, colores y sabores: fresca y ligera, estrictamente para la sed; con más cuerpo y fermento para animar reuniones familiares y de amigos; más fuertes y añejas para abrir las compuertas del inconsciente y liberar el cuerpo en las fiestas colectivas.
Los lugareños asociaban a la chicha y el pan como partes de un espacio socializador e integrador de elementos andinos, es la constante celebración y ritual de agradecimiento a la naturaleza.
En
la actualidad, en Santiago de Chuco son muy pocos los lugares en que se expende
chicha como principal producto de venta. En los caseríos o zonas rurales se
puede encontrar, muy de cuando en cuando, algunas casas en los que ondea una
banderita roja o blanca, ahora un poco triste, como en retirada y por el camino
a la extinción.
(Fotos
y trazo del autor)
(*) Doctor en educación, ingeniero químico, abogado, licenciado
en educación, investigador del Instituto de Investigación en Ciencias y
Humanidades, directivo del Movimiento Capulí, Vallejo y su Tierra, docente
universitario.
Textos que pueden ser reproducidos
citando autor y fuente
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