SANTIAGO DE CHUCO ES LA AÑORANZA DEL INFINITO

(Homenaje a los diversos caseríos de la provincia) 

Dr. Javier Delgado Benites (*)

En el contenido de nuestra alma, recapitula aquel lindo y recóndito rincón andino crepuscular sin paralelo, donde la nieve canta su himno eterno de candor límpido sobre cima gigante, allí donde reina el silencio elocuente en su mudez misma y donde siéntese el ser más próximo a la deidad mas soberana entonces en la conciencia.

La paz reina allí en ese apartado andino, lejos del griterío mundanal y del trafico ensordecedor de las gentes que no deben profanar esas comarcas vírgenes y solitarias de la altura en su comunión con la naturaleza.

Solo el amor al terruño como elemento sustancial de vida es el que tiende a llevar, a unir esos parajes solitarios y silenciosos, transfundiendo su aliento al mortal, su vida a las cosas mismas, idealizándolos todos con sus matizados, en dulce renuncia del mundo y sus vanidades frívolas, abandonado a su propio y mejorando las obras de la creación y enmarcado en su conjunto la belleza del panorama.

Se diría que el lugar mismo impregnado está la añoranza. Han emigrado las aves a cantar en parajes lejanos sus trinos tristes, la ausencia de su cordial dueña del campo, las flores marchitas están; todos los otros animales cruzan las sendas silenciosas y apenadas. La morada cerrada está, la mala hierba sigue brotando e invade ya los tapiales y curaguas, los aleros se desploman; las capillas también cerradas han quedado, ya sus alegres campanitas no llaman a los comarcanos para orar bajo sus bóvedas: un amanto de tristeza y soledad se extiende sobre aquel rincón andino que fuera otrora el obligado lugar de cita de los sencillos moradores.

Santiago de Chuco rincón andino poético, tan favorable para el idilio de dos almas, y que en jardín florido habíase convertido por el arte mágico en canto de un gentil ramo de flores silvestres, hoy triste está, ha cambiado, porque ella no está, no está la gaceta, chiquilla dulce y pura que alentó el paisaje con su espíritu angelical y donde derramó el tesoro de sus efusivos cariños. Si se diría que hasta las mismas aves de lugar habían emigrado a otras latitudes en demanda de consuelo. El panorama ha cambiado tornándose triste y silencioso. Ha partido la muchachita de semidormidos ojos color capulí, la de labios de rosa silvestre, esbelta cual palmera, aérea, grácil, cual chiquilla mitológica y de dulce voz sublime.

Desde lejos siempre te evocado ahora por nuestra mente que gusta vivir la vida del recuerdo melancólico, sintiendo la añoranza de la ausencia aun no lejana, pero que va ya camino a ampliar a medida que crecen los ciclos del tiempo en su vuelo raudo a través del espacio infinito.

La dulce añoranza del rincón infinito y elegante, el de la cordillera del ande, que ilumina el pensamiento de seguir queriéndole todo el tiempo.

(Fotos de Internet)

(*) Doctor en educación, ingeniero químico, abogado, licenciado en educación, investigador del Instituto de Investigación en Ciencias y Humanidades, directivo del Movimiento Capulí, Vallejo y su Tierra, docente universitario.

 

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