MI MAESTRA ESTHER ENRÍQUEZ TIBURCIO. FARO DE SABIDURÍA Y NOBLEZA
(Al cumplir 80 años de edad)
Dr. Javier Delgado Benites (*)
Quiero con este escrito rendir un meritorio homenaje a una mujer que no solo enseñó con palabras, sino también con su modo de ser. Su pasión por la educación, su entereza y su amor que dejaron una huella imborrable en cada estudiante. Rememorarle por enseñarnos con el corazón, por su paciencia infinita, por su compromiso y por creer en cada uno de nosotros.
Mi maestra Esther Enríquez Tiburcio, nació el 11 de setiembre de 1945 en Santiago de Chuco. Fueron sus padres el señor Julio Enríquez Jara y la señora Atanasia Tiburcio Benites. Estudió en la Escuela Elemental de Mujeres 272, siendo su maestra de transición Juana Benites Gastañadui, luego Flor Marina Bejarano Vallejo y Atenea Saavedra, finalizando la primaria en 1957.
Al crearse el Colegio Nacional César Vallejo en 1958, ese año inició sus estudios secundarios, teniendo como profesores a una pléyade de buenos maestros, terminando sus estudios en 1962, siendo la primera promoción de haber estudiado los cinco años en el flamante colegio nacional.
Inicia a estudiar su educación superior en la ciudad heroica de Tacna, alejándose de su familia y de su tierra, estudia en la Escuela Normal de Educación Superior “Corazón de María”, ganando una beca de internado de estudio, otorgado por el gobierno de entonces, donde compartió sus estudios con monjas; dicha casa superior fue posteriormente la base para la creación de la Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann, en dicho centro superior terminó, graduándose de normalista en la especialidad de Lengua y Literatura. Retorna a su tierra natal, donde inicia a trabajar en el Colegio Nacional de Mujeres “Libertad”, siendo directora María Julia Luna de Ciudad, quien fue su profesora en el Colegio César Vallejo.
En el año 1968 inició su labor docente, siendo muy querida y apreciada por sus alumnas. Trabajó hasta 1979, donde en el año 1980 fueron los tres colegios de la ciudad fusionados, convirtiéndose en uno solo en Centro Educativo Base “César Vallejo Mendoza”. Ahí siguió laborando hasta el año 1987, donde se resignó a la ciudad de Trujillo al Colegio Nacional “José Olaya” del distrito de la Esperanza. El dicho centro educativo trabajó cuatro años, cesando en 1990. Desde ese año es jubilada donde se dedica a su hogar, sus hijos que eran jóvenes y luego sus nietos, pasando gratos momentos en familia.
Tuve el honor de ser su alumno en el colegio, cuando cursaba el segundo año de secundaria (1982), donde me enseñó la asignatura de Lenguaje y Literatura. Así mismo, me enseñó los años consecutivos hasta el quinto (1985), donde fue nuestra asesora de aula de quinto año A y de la promoción “Javier Heraud”.
Mi maestra también participaba en la vida cultural del pueblo principalmente actuaba en teatro, en esos tiempos había grupos literarios activos que desarrollaban eventos artísticos sobre todo del arte de las tablas, sus enseñanzas del lenguaje y de literatura hispanoamericana y literatura peruana. Con ella aprendí de memoria el poema “Los nueve monstruos” de César Vallejo, un poema largo e intenso de dolor humano que se manifiesta en diversos aspectos de la vida, producto de la injusticia que sufre el ser humano, donde teníamos que recitarlo en el aula porque era parte de la evaluación, siempre en clase con su carácter amable y cariñosa, su paciencia y su espíritu de entendimiento y compresión a todos los estudiantes.
Su trato amable a mi persona, donde recuerdo que me manifestaba con mucho
cariño.
- Negrito o ñatito.
Eso fue la franqueza de mi maestra con mi persona cuando era colegial. Ese afecto siempre lo tengo presente, incluso posteriormente yo profesional cuando lo encontraba en alguna circunstancia en nuestra tierra, donde me acercaba a saludarlo, recibiendo mucho cariño y halagos de su parte que me hacía sentirme bien y agradeciéndolo por sus enseñanzas y consejos.
Su labor docente en el aula fue esencial para el aprendizaje y crecimiento personal. Ella se dedicaba con paciencia y frenesí a transmitirnos conocimientos de su asignatura a cargo, acomodando sus métodos para que todos podamos comprender mejor. Fomentó un ambiente de respeto, unión y colaboración, donde nos sentimos motivados a participar y expresar nuestros pensamientos.
Estimada maestra, gracias por ser faro de sabiduría y nobleza, una luz en nuestras vidas. A sus 80 años que ha cumplido recientemente, siga brillando con la misma ternura y dignidad con la que nos enseñó a caminar por la vida. Le deseo muchos años lleno de salud, alegrías y sueños cumplidos. Que la vida le devuelva con creces todo lo bueno que usted dio a sus estudiantes cada día.
(En vísperas de reunir el sábado 20 de setiembre en Santiago de Chuco al celebrar 40 años de haber egresado del colegio César Vallejo, siendo nuestra maestra asesora de la promoción y promotora de este reencuentro).
(Fotos
del autor, al celebrar 25 años de haber egresado)
(*) Doctor en educación, ingeniero químico, abogado,
licenciado en educación, investigador del Instituto de Investigación en
Ciencias y Humanidades, directivo del Movimiento Capulí, Vallejo y su Tierra,
docente universitario.
Textos que pueden ser reproducidos
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