ECOS EN UNA FOTOGRAFÍA DE MI NIÑEZ

(Para celebrar el día de hoy, mi cumpleaños)

 

Dr. Javier Delgado Benites (*) 

Entre los bordes gastados de una vieja fotografía, aún resuena la voz del niño que fui.
Su mirada parece querer contarme lo que el tiempo intentó borrar, pero la memoria insiste en recordarlo.

Las fotos en blanco y negro son fotografías acromáticas, ha sido una forma de arte y expresión que perdura a lo largo de la historia. La falta de color en estas fotos ha permitido centrarse en la composición, la luz y las sombras, creando imágenes impactantes y evocadoras.

Los fotógrafos en Santiago de Chuco, se concentraban en la plaza de armas del pueblo en tiempos de fiesta en honor al Apóstol Santiago “El Mayor”, patrón del pueblo, frecuentaban con sus cámaras fotográficas antiguas de madera, denominadas cámaras de placas o cámaras de fuelle, y tenían forma de caja extensible mediante un fuelle, iban acompañadas de un trípode y en la parte de atrás una tela negra en forma de tubo que cubría la cámara, donde el fotógrafo a la hora de tomar la foto introducía su cabeza.

Mi madre que en paz descanse, me relataba esta historia de mi foto.

Cuando tenía tres años, en plena fiesta de julio del pueblo, me encontraba enfermo con una gripe y fiebre, tenía dolor de cabeza y de cuerpo, ella me cogía la frente, le decía que me dolía bastante, me encontraba decaído mi cuerpo. Mis padres devotos del Santo Patrón me llevaron el día 01 de agosto a la procesión del Apóstol Santiago de la segunda fiesta u octava o fiesta del pueblo, estando por la plaza de armas había un fotógrafo con su cámara fotográfica antigua que tomaba fotos en un caballito a los niños, entonces mi padre le dice a mi madre: 

- Tómale una foto al niño. No se vaya a morir.

Mi madre, sin pensarlo dos veces me lleva para que me tomen la foto, me hace montar en el caballito blanco con manchas negras, en ese momento me pusieron un sombrerito de un niño que se había tomado anteriormente la foto, la señora era conocida por mis padres, quien me emprestó para posar para la foto.

En ese instante el fotógrafo me hace los arreglos de posición y me toma la foto, luego lo revela la foto, siguiendo el procedimiento respectivo, que dentro de una media hora aproximadamente lo entrega la foto a mis padres.

Esta evidencia de la foto de mi niñez hasta ahora lo conservo en mi poder, porque su historia es bastante reveladora. La foto es un faro en el tiempo, duerme el eco de mi inocencia, vigilando los sueños que aún persigo. Cada mirada de aquel niño me recuerda que la memoria también tiene alma y guarda la llave de mi destino.


(Foto del álbum familiar)

 

(*) Doctor en educación, ingeniero químico, abogado, licenciado en educación, investigador del Instituto de Investigación en Ciencias y Humanidades, directivo del Movimiento Capulí, Vallejo y su Tierra, docente universitario.

 

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