RECORDANDO AL PINTOR ELADIO RUIZ CERNA
Dr. Javier Delgado Benites (*)
El pintor y maestro Eladio Ruiz Cerna ha fallecido el primero de mayo, día internacional del trabajo y día del florecimiento de las cruces.
Conocerlo fue para mí lo más grato, había crecido mi niñez mirando sus lienzos que aparecía en alguna revista o periódico que llegaba a Santiago de Chuco.
Recuerdo una oportunidad verlo de niño por el barrio Santa Mónica y específicamente por el sector La Parva de la Virgen, donde quedaba mi casa, realizando bosquejos y trazos del paisaje en una tablita delgada de madera, sujetaba unas cartulinas blancas. Recuerdo preguntarle a mi padre, ¿Quién era ese señor? y me contestó: “Es el pintor Eladio Ruiz, el ha sido profesor en el colegio César Vallejo y ahora trabaja en Trujillo”. Lo seguí durante esa mañana por todos los lugares que se detenía para observar y realizar sus trazos, hasta que terminó y se retiró del lugar cogiéndome la cabeza.
Disfruté sus pinturas en la revista “Santiago y su feria” que editaba junto los profesores Carlos Barbarán, Hermes Torres y otros, sus cuadros husmeaban a paisaje serrano y mojigangas santiagochuquinas.
Así pasaron los años, en Trujillo leía noticias de sus viajes consecutivos que realizaba al extranjero para exponer sus pinturas, sus condecoraciones que recibía por diversas instituciones que valoraban su trabajo artístico y comentarios que realizaban entendidos en la pintura que apreciaban su arraigo de la escuela indigenista, era discípulo del pintor José Sabogal, quien fue su maestro en la Escuela de Bellas Artes de Lima.
En la época de los noventa, en la Casa de la Emancipación, Banco Continental, disfruté de una exposición de pinturas y en donde estaban sus cuadros del maestro Eladio Ruiz, que reflejaban sentimiento y amor a su tierra que añoraba.
Por el año 2005, hice lo posible de entablar amistad personalmente, previa comunicación por teléfono, lo visité a su casa en la urbanización Las Quintanas, con el fin de conversar donde me comentó, que al concluir sus estudios en Lima en 1943, regresa a Santiago de Chuco para visitar a sus padres y se queda a trabajar como docente en diversos centros educativos, permaneciendo 19 años en su tierra natal, y de ahí retorna a Trujillo donde funda conjuntamente con Pedro Azabache y otros pintores, la Escuela Regional de Bellas Artes de Trujillo, donde trabajó como profesor, ocupando varios cargos, y ahí se jubila. Recogí varios datos biográficos, para un libro que estaba realizando en aquella oportunidad, que todavía sigue inédito. Posteriormente me alcanzó su autobiografía con su puño y letra que algún día saldrá a la luz. Desde esa fecha conservábamos una gran amistad, siempre le frecuentaba a visitarlo para consultarle alguna información de interés, invitarlo a la presentación de mis libros u obsequiarle alguno de ellos.
Cuando lo iba a visitar, me llevaba a mostrar sus lienzos, me enseñaba los cuadros o trazos de sus amigos que le habían regalado y que le tenia exhibiéndose en su pared de su casa, me mostraba sus últimas pinturas que estaba realizando, me hizo conocer su taller en su azotea de su casa, donde se encontraba lleno de pinturas, marcos, brochas y adhesivos que utilizaba en su taller, me relató porque lo había construido en aquel lugar, indicándome por el fuerte olor que expedían algunas pinturas e insumos que eran tóxicos y era necesario tenerlo en lugares más abiertos al aire libre. Su taller lo había construido solo, protegiéndolo con un adhesivo de color negro los cartones del techo para que la lluvia no haga daño. Me mostró una caja de madera pequeña y delgada que contenía pinceles que le había regalado su maestro José Sabogal y que era el único recuerdo que lo había dejado, también me reveló que había mantenido correspondencias epistolares con la pintora Julia Codesido, que se habían escrito mucho y que lo tenía las cartas guardas y me mostró un paquete. La que le manifesté: Cuando se publiqué algún día sus cartas saldrá a la luz de lo que se trataba su comunicación, el maestro se limitaba a sonreír y declaró: Que eran cartas referentes a asuntos profesionales.
Para publicar uno de mis libros en homenaje al sindicalista cañero Artemio Zavala, me facilitó una fotografía de Artemio Zavala junto a varios sindicalistas, que se aprecia en el interior del libro, cuando se editó el libro le fui a dejar un ejemplar, porqué no había asistido a la presentación, lo revisó detenidamente y en una de sus páginas interiores había una dibujo que yo lo había realizado al sindicalista y me manifestó: “Éste dibujo me gusta por su carácter”. No le averigüé más.
Hace como cuatro o cinco meses que le visité por últimas vez y me expresó que había estado enfermo y que seguía pintando un cuadro, que me llevó a mostrar a su taller y que estaba por concluir, era una pasionaria de la Guerra Civil Española, estaba el rostro de Vallejo y el chino Julio Gálvez y me refirió: “Cuando me encuentro con ánimo subo un rato a pintar. Un cuadro se demora mucho tiempo para hacerlo, ahora que la salud no esta buena, se demora más tiempo, pero tengo que terminarlo”.
Fue un ferviente admirador de Vallejo, visitó su tumba en París y le ha pintado como en diez a más lienzos, algunos se han difundido y otros no. Recordaba a su amigo de niñez Luis De la Puente Uceda, me contó una anécdota que recogí en mi libro intitulado “Luis De la Puente en anécdotas”. También recordaba a sus amigos los poetas Arias Larreta, Pereda Hidalgo y Luis Herman Benites Cribilleros, quien le enseñó en la escuela del Centro Viejo, porque fue pasante de su maestro Augusto Helí Vejarano.
Fue fundador del Instituto Luis De la Puente Uceda (ILDEPU), junto al Dr. Gonzalo Fernández Gasco, la finalidad de dicha institución es divulgar el legado del guerrillero heroico de Mesa Pelada.
El maestro Eladio Ruiz, era una persona de nobles sentimientos, que disfrutaba con sus oleos al plasmar en su retina a Santiago de Chuco tal cual amaba, en una oportunidad me reveló: “A mí me gusta a Santiago de Chuco tradicional, antiguo, con sus callecitas de piedra, sus casas de adobe, sus balcones, portones y puertas de madera y sus techos de teja, ahora lo están depredando, sembrando cemento y su arquitectura antigua lo están destruyendo y las autoridades no hacen nada por detener ese daño a la historia de un pueblo, por eso ya no lo veo a mi Santiago como yo lo disfruté y trato en mis cuadros de reflejar a mi tierra ese aspecto tradicional.
Extrañaré su ausencia del maestro Eladio Ruiz, pero me contentaré con ver sus oleos que reflejan su presencia inmortal. De él tendré el más vivo recuerdo. Me obsequió en una de mis visitas a su casa, la colección completa de la revista “Santiago y su feria”, la que lo conservaré para recordarlo siempre.
Santiago de Chuco, es una tierra enaltecida, por que germina a seres inmortales que dejan profundas huellas que son recordados todo el tiempo y conforme pasan los años mucho más. También viene hacer cuna de consagrados pintores que con su pluma hacen cantar los mejores trazos que han encantado la vista del mundo crítico. Es hora de reivindicar a pintores santiagochuquinos que han marcado escuela en las artes plásticas como: Arístides Vallejo, Agustín Rojas, Roger Vejarano Ponce, Leopoldo Genaro Geldres Romero y otros grandes baluartes que junto a Eladio pintaran los más bellos paisajes de Santiago de Chuco en la eternidad.
Maestro Eladio Ruiz, ¡Presente!
¡Ahora y siempre!
Nuevo Chimbote, otoño del 2013
(*) Doctor en educación, ingeniero químico, licenciado en educación, investigador del Instituto de Investigación en Ciencias y Humanidades, directivo del Movimiento Capulí, Vallejo y su Tierra, docente universitario.
Textos que pueden ser reproducidos
citando autor y fuente
INSTITUTO DE INVESTIGACIÓN EN CIENCIAS Y HUMANIDADES
Celular: 943467062
E-mail: i2cyh@outlook.es
Lima – Chimbote – Trujillo
Comentarios
Publicar un comentario