LLAKTA WAKAKOLLCA EL ÚLTIMO CACIQUE CHUCO

Dr. Javier Delgado Benites (*) 

Los Huamachucos, tuvieron como gobernante al cacique o curaca quién ejerció poderío y dominio de toda la sierra de La Libertad dentro de ello lo que constituye Santiago de Chuco, este gran señor de los Huamachucos se llamaba Tauricuxi, quien para ejercer su poder estaba bajo la tutela del Dios Atagujo, él trabajaba con los sacerdotes y los jefes militares quienes fueron considerados como personajes semidivinos. Los Huamachucos se mantuvieron autónomos hasta el año 1365, donde fueron anexados por el imperio incaico, que tuvieron 167 años de dominio hasta su decadencia con la llegada de los españoles.

Los Chucos estuvieron organizados en pachacas que venían hacer unidades sociales de diverso tamaño y complejidad, sostenidos por una economía autosuficiente, y conducidos en lo político y administrativo por sus propias autoridades, los caciques o curacas, siendo el ultimo gobernador nativo el cacique Llakta Wakakollca. Los Chucos tenían sus dioses y prácticas religiosas, en los que sustentaban su identidad. Estaban formados por vínculos económicos, la tierra y el agua, religiosos y culturales, dioses y ancestros fortalecidos en ceremonias públicas colectivas, de periódica realización. El escritor Samuel Mendoza relata al respecto lo siguiente:

“Por aquellos remotos tiempos, cuando todas las pachacas de la región que constituye Santiago de Chuco, acudían a celebrar la fiesta de Citwa Raymi al pie de los basaltos de Waman-Way, hoy conocidos con la desinencia de Sombrerito-Way, existían un pueblo aborigen, que era como la capital de todas estas pachacas. Este pueblo llamado Irús, que en la actualidad lleva la desinencia de Irós. Cuando se produjo la conquista española, estaba gobernado por el cacique Llakta Wakakollca, que fue a la vez el jefe aguerrido y laborioso que tuvo el cacicazgo. Espíritu entusiasta y organizador el de que aquel cacique: para la mejor administración de su minúsculo imperio, dispuso que sus tres hermanos en persona, estuvieran al frente de las principales pachacas. Por eso hasta hoy subsisten algunos lugares y parajes de toponimia semejante; tales son: Wakapongo (Guardián de la Waka), que abarcaba lo que es hoy Cunguay y la ciudad de Santiago de Chuco; Wakamarkanga (Cerro de la Waka), que es a la vez una zona de rica mineralización; Wakascorral  que es paraje de Angasmarca, situado al pie del cerro Chunyuega. Pero además habían otras pachacas que correspondían a la jurisdicción de Irús, cuyos nombres eran Pichunchuko, Chambuk, Conra, Cachulla, Komolangao Kushuro, Aguiñuay, Wayatán, Chuka, Llaturpamba, etc.” (1).

El poder político del cacique Llakta Wakakollca mantuvo, sin embargo, descentralizadas las funciones de la pachaca, ya sea en lo político, económico o ideológico: cada una tenía sus propios señores, especialistas, agricultores y servidores. El cacique o curaca le bastaba el cumplimiento de la tributación, en bienes y, sobre todo, en prestación de servicios. Su influencia y autoridad se extendió toda la región durante su último período.

Por otro lado, el escritor Mendoza al mencionar sobre la fiesta del Citwa Raymi es posible que haya errado al escribir o error de imprenta la w por u debe ser Citua (o Situa), una de las cuatro fiestas del imperio Inca celebrada en la primera luna de septiembre, después del equinoccio de primavera, se celebraba en todo el Tahuantinsuyo, en todos los pueblos más alejados o recónditos del país.

Mendoza refiere “la del Citwa Raymi que se celebraba hasta en los pueblos más apartados del país. No hay duda que los antiguos santiaguinos celebraron también esa fiesta oficial (…) la fiesta de Citwa Raymi o de la purificación, en la cuales renovaban las promesas y los votos a Wiracocha y al Inka de obediencia y fidelidad; en que, al brote de la felpa esmeraldina, en los campos con los primeros rocíos del cielo, juraban ser más buenos, trabajar más y aprovechar debidamente la fecundidad de la tierra” (2).

La fiesta del Citua (Citwa) Raymi servía para desterrar de la ciudad las enfermedades, penas y trabajos infructuosos; era como la reparación y purificación de los males.

Los Chucos se caracterizaron por el profundo respecto a la autoridad del cacique o curaca, su trabajo era su mundo de diversión, hombre, mujeres y niños, se divertían en la agricultura, la ganadería y la minería. En la agricultura cultivaron el trigo, el maíz, la papa, la oca, el olluco, la mashua, la quinua, la ñuña, los frijoles, los choclos. El llacón, la racacha, la chaucha, la col, el rocoto, la calabaza, el zapallo, el chiclayo, los pallares, la lúcuma, la chirimoya, la tuna, la guayaba, etc. En la ganadería criaban el huanaco como el animal más dócil, el cuy, el conejo, el pato, la gallina, la cabra, el cerdo y otros. En la minería supieron extraer metales preciosos, como el oro, la plata, el cobre, etc. de las minas de Cruzgay, Aguiñay y otros. Obteniendo los metales por copelación, cuyo proceso fue empleado en la época de la colonia.

La llegada de los españoles a la tierra de los Chucos, fue aproximadamente en 1533, a pocos meses después de la muerte del Inca Atahualpa y la destrucción del gran imperio del Tahuantinsuyo en Cajamarca, los primeros españoles que visitaron fueron Hernando Pizarro y dos religiosos agustinos: Fray Juan Coxiga y Fray Juan Ramírez, quedándose sorprendidos por lo populoso que era. El Fray Juan Coxiga, recogió sus impresiones de los Chucos, quienes eran indios idolatras, beligerantes y rebeldes, de carácter indomable, posteriormente los españoles después de veinte años regresan para fundar la ciudad de Santiago de Chuco el 25 de julio de 1553 y la misión de evangelizar donde someten al cacique Llakta Wakakollca para que se convierta al cristianismo por medio de la fuerza. El escritor Mendoza, refiere lo siguiente:

“Cuando los religiosos españoles penetraron al Cacicazgo de Irús, encontraron allí un núcleo indígena bastante populoso. Acompañó a los catequizantes iberos, al mando de algunos soldados, el capitán de Olivares. Los conquistadores, por medios convincentes primero, y por amenazas después, instaron a Llakta Wakakollca a que se convirtiera al cristianismo. Tras enérgicas resistencia, el cacique tuvo que ceder ante el imperio de la fuerza, designando como su padrino de bautismo al capitán de Olivares, quien a la vez le dio su apellido, por lo que en adelante el cacique Irús vino en llamarse Tolentino de Olivares. Pero en esto no terminó la intervención del conquistador, porque en el reparto de tierras, Irús el tronco genealógico de las pachacas santiaguinas, pasó a formar parte de lo que es hoy la hacienda de Calipuy que por aquel entonces no era sino una parcela de la primitiva hacienda Angasmarca, que también incluía la hacienda Tulppa (Tulpo) y Santa Clara, esta última en la provincia de Pomabamba.

Despojado Llakta Wakakollca de su ciudad sagrada, fue obligado a instalarse en la Pachaca de Pichunchuko; pero ya esto significó la decadencia del cacicazgo” (3).

Con la llegada de los españoles, el cacicazgo de los Chucos, gobernado por el cacique Llakta Wakakollca fue la última autoridad nativa, los Chucos siempre estuvieron bien organizados política y administrativa, en una de sus visitas que realizó el Inca Pachacutec a la región, se quedó maravillado y llevó como modelo esta forma de gobierno al Cuzco, de la misma manera los españoles hallaron que los nativos habitantes gobernados por el ultimo cacique asimilaron con entera facilidad el idioma castellano y la religión católica, así mismo recibieron al Apóstol Santiago “El Mayor” con entusiasmo.

REFERENCIAS:

·       Mendoza, Samuel (1951). Monografía a Santiago de Chuco. pp. 303, 304.

·       Ibídem. p. 366.

·       Ibídem. p. 304.

  

(Foto de la escultura de Edwin Pinedo)

 

(*) Doctor en educación, ingeniero químico, licenciado en educación, investigador del Instituto de Investigación en Ciencias y Humanidades, directivo del Movimiento Capulí, Vallejo y su Tierra, docente universitario.

 

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