EL LAVADO DE ROPA EN EL RÍO EN SANTIAGO DE CHUCO
Dr. Javier Delgado Benites (*)
En Santiago de Chuco, antes que se instalará el agua y desagüe en los domicilios, el lavado de ropa de la gente se hacía en el río. Mi madre llevaba la ropa sucia a la lavar al río Santa Mónica, era un acontecimiento muy atractivo, porque nosotros niños, éramos los primeros que estábamos felices por ir al río.
Tomábamos el desayuno temprano. Luego mi madre alistaba la ropa sucia de toda la familia en casa, seleccionaba ropa blanca o clara, de color y oscura, así mismo, las frazadas, los colocaba en los sacos de plástico, mi padre alistaba el burro con su respectivo apero, colocaba los sacos encima ponía dos bandejas grandes de lata, nos repartíamos en llevar el balde, mazo, jabón de pepa, detergente (Ace o Ña Pancha), escobilla y tabla. Partíamos todos con sombrero para protegernos de sol radiante con destino al río, los lugares adecuados para lavar eran: sobre el puente que va con destino a Conra cerca al infiernillo y el otro sobre el puente que va con destino a Pueblo Nuevo, eran lajas donde se podía chancar o golpear las frazadas con el mazo en caso contrario con una penca grande.
Al llegar al río bajábamos los sacos del burro, mi madre con una mis hermanas se estacionaban en el lugar aparente, encontrábamos el agua limpia y cristalina, traían el agua en el balde para depositar en las bandejas, echaban la ropa y con el jabón o detergente iniciaban el lavado. Todos participábamos, nosotros niños nos daba la tarea de chancar o golpear las frazadas con el mazo o una penca (previamente sacada el borde las espinas con un cuchillo), esta última arrojaba una abundante espuma jabonosa, levantábamos las frazadas para ponerlo en otra posición con las dos manos.
Cumplíamos
dicha responsabilidad temprano, luego nos íbamos a jugar en algunas posas del
río que estaban listas para bañarnos, ahí pasábamos largo rato, hasta que
llegaba nuestro almuerzo, una de mis hermanas se había quedado en casa dedicada
a esa responsabilidad de cocinar.
Mi madre y mi hermana mayor lavaban la ropa y enjuagaban, las ropas lavadas se las colocaban o las tendían a secar sobre las plantas, sobre las ramas de los árboles o pencas que había en el lugar, todas expuestas al sol que se encontraba resplandeciente. Era un hermoso cuadro multicolor con toda la ropa tendida, ropa de distintas formas, tamaños y colores, que flotaban al viento, estaba extendida sobre un área natural y pintoresca que se distinguía desde lejos, inclusive, se veían con mucha claridad las blancas espumas del agua y las brillosas piedras del rio. Convirtiéndose en momento propicio para el lavado y el secado, terminaban de lavar casi al mediodía, llegaba mi hermana con el almuerzo, todos nos reuníamos para compartir dicho potaje, al aire libre, la naturaleza plena, con el sonido de las aguas del río y el canto sinfónico de los pájaros, la gente transitaba por el puente de ida como de venida al pueblo con sus respectivos pearas, animales, algunos solos o en grupo, era un camino muy transitado por la gente de los diferentes sectores rurales del alrededor del pueblo.
La tarde llegaba, mi madre y hermanas comenzaban a recoger la ropa, previo arreglo de las ropas lavadas, colores vistosos y bonitos; aromas y olores agradables que siempre brinda la limpieza, se guardaban en los sacos limpios que también habían sido lavados, las frazadas demoraban para que se sequen, algunas se los llevaba para que se terminen de secar en la casa.
En
alguna rama de un árbol el zorzal o llucro, dejaba oír su canto, mi madre nos
decía:
-
Oy! el zorzal o llucro. Hay que juntar la ropa para irnos a la casa porque horita
mismo va a llover.
Todo estaba listo para tomar
camino de retorno a casa, se colocaba los sacos de nuevo al burro, nos
regresábamos a nuestra casa cansados, al poco rato la lluvia empezaba a
derramar sus aguas, felizmente ya estábamos con la ropa limpia en casa y el
placer de haber cumplido con una gran y grata tarea de mantener la limpieza y
pulcritud, la higiene o el aseo, deber y habito primordial de la familia.
Nuestra niñez en Santiago de Chuco fue lo más hermosa, esa unión familiar que existía en casa, el trabajo colaborativo de toda la familia que participa en cualquier actividad, se disfrutaba a plenitud, ahora muy poco frecuentan la gente del pueblo a lavar al río, los niños del pueblo urbano no disfrutan la naturaleza, salvo los niños de las zonas rurales o caseríos.
(Fotos del autor)
(*) Doctor en
educación, ingeniero químico, abogado, licenciado en educación, investigador
del Instituto de Investigación en Ciencias y Humanidades, directivo del
Movimiento Capulí, Vallejo y su Tierra, docente universitario.
Textos que pueden
ser reproducidos
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